La más que buena acogida que tuvo el pasado año la primera temporada de Machos Alfa (de los creadores de Aquí no hay quien viva (2003)o La que se avecina(2007)) ha sido un motivo esencial para que Netflix renovase a la serie por una temporada más. Hay que empezar hablando de que ésta se muestra bastante continuista en muchas cosas, pero también consigue que los personajes avancen, crezcan y, de alguna forma, evolucionen.
Manteniendo el reparto original nos encontramos con la misma frescura, la misma comedia y el mismo buen rollo que desprendía la anterior temporada en cuanto a ritmo y tono. La segunda temporada de Machos Alfa no decepciona si con la primera quedamos bastante contentos. Producto continuista, por tanto, que da lo que ofrece y que, otra vez más, vuelve a resultar ágil de ver (episodios de poco más de 30 minutos).
Si en la primera temporada éramos testigos de esa “deconstrucción de la masculinidad” en los personajes protagonistas, aquí podemos ver como se pone en práctica todo lo aprendido, recurriendo en muchas ocasiones a recordatorios sobre lo que resulta machista o no inclusivo. Siguen en su camino a convertirse en unos «masculinos modernos».
Pero vayamos por partes. Era algo imprescindible que los personajes evolucionarán a más, que no fuera simplemente una continua sucesión de lo mismo. Y la serie consigue que sigamos simpatizando con ellos, que sigamos compartiendo su comedia y lo surrealista de algunas de las situaciones.
Gorka Otxoa sigue destacando un poco más por encima del resto. Su personaje inicia un viaje hacia el sueño que siempre ha querido cumplir. Igualmente, en este lado, la serie toca temas como las ex parejas (algo que se tocaba un poco de refilón en la anterior temporada), la relación de los padres con los hijos adolescentes, o la compatibilidad entre el trabajo y la búsqueda del amor, a través de la historia principal de su personaje en esta temporada.
Si hay un personaje que quizá tiene algo más de evolución a nivel interior quizá sea el de Kira Miró. Aquí se vuelve más vulnerable, con más dudas (se plantea el tema de la maternidad). Su historia se centra sobre todo en la relación que mantiene con un hombre mucho mayor que ella. Como ya venía dejando claro en la anterior temporada, es una mujer con demasiadas grietas, a pesar de que por fuera parece una persona muy segura.
Y es que, al hilo del tema de la maternidad, la pareja formada por los personajes de Fernando Gil y María Hervás, también se ven envueltos en ello. Lo efímero de la fama y el enorme cambio que da ella (esa crítica velada a las redes sociales continúa aquí) marcan quizá uno de los puntos más interesantes de la temporada. Temas como la confianza o incluso el acoso laboral (ojo a esa ¿metaserie?), también tienen cabida en la línea argumental de la pareja.
Fele Martínez y Raquel Guerrero sin duda dan vida a la pareja más cercana de la serie. La necesidad de mantener lo que llaman la “chispa del amor” entre ellos sigue siendo el centro de su historia. La experimentación, e incluso el inicio de la adolescencia en sus hijos, o la confianza, flotan en torno a ellos.
No hay duda de que esta segunda temporada sigue manteniendo el nivel y se disfruta de igual forma que la anterior, conservando la frescura en sus guiones y la naturalidad en los personajes/interpretaciones y muchas situaciones. Machos Alfa parece que ha dado con la fórmula de un humor sencillo, cercano aunque no esté quizá hecho para todo el mundo.