Tras su debut con Tron Legacy (2010) Joseph Kosinski consiguió llamar la atención entre las grandes productoras y ha dado un enorme salto con Oblivion, cinta que lo mantiene en el mismo género pero que le ha permitido explorar una historia original, algo que no había podido hacer hasta ahora.
Asegurarse a Tom Cruise como protagonista para una película como Oblivion, ya es todo un logro, sobre todo para un realizador que no tiene más que dos cintas en su filmografía. Pero si uno mira de cerca la historia, comprenderá que el protagonismo absoluto es quizá un caramelo que pocas estrellas de Hollywood pueden rechazar, y Tom Cruise es uno de ellos.
De factura impecable (una espectacular fotografía del oscarizado Claudio Miranda), Oblivion esconde tras de si, una suculenta historia que no termina de cuajar para el público. Kosinski sabe perfectamente lo que cuenta (no en vano procede de su propia creación), pero los métodos quizá no son los más adecuados, empezando por que el metraje resulta en ocasiones algo dilatado, como estirado. En palabras claras, lo que cuenta, se puede hacer en 90 minutos.
Si bien es cierto que la película es un disfrute visual, no cae en la tentación de dejarse llevar por la acción, en ese sentido Kosinski ya lo dejó claro también en Tron Legacy (2010), ante todo quiere que la historia, que los personajes… estén por encima de lo que muchos darían prioridad. Y es normal, ante su espléndida puesta en escena, uno podría caer a engaño. Oblivion no es una cinta de acción, que quede claro.
Morgan Freeman (que parece que interpreta casi haciéndole un favor al realizador), Olga Kurylenko o el descubrimiento británico, Andrea Riseborough, acompañan de la mano a un Tom Cruise que se ha dejado llevar por el personaje, construyendo un Jack Harper sin apenas profundidad (sí con historia). Parece un personaje sacado de manual, sin mucho carisma. Viniendo del actor protagonista de Jack Reacher (2012), sinceramente no me sorprende. Sigue viviendo de su nombre y rostro sin aportar prácticamente notables papeles a una carrera que va por inercia.
La historia de Oblivion es un poco compleja, al menos hasta que uno engrana sus elementos. El guión se dedica a darnos pistas, y ni siquiera a darnos participación. Kosinski lo quiere todo para él y se queda con la explicación. En este sentido, es una película fácil, que se ve como un entretenimiento más.