Cuarto largometraje del alemán Ilker Çatak (Berlín, 1984), protagonizado por la actriz Leonie Benesch, a quien vimos en La cinta blanca (Michael Haneke, 2009). Sala de profesores es una película pequeña, pero con un gran contenido. Rodada en un formato que, a día de hoy, casi es repudiado (el 1:33 cuadrado), Çatak afirma que ha querido centrar toda la atención en la protagonista, la profesora Nowak, y lo consigue, puesto que la actriz aparece en prácticamente el 95% de los planos.
La historia, que transcurre en el colegio (no hay más escenarios) nos habla de temas tan importantes en cualquier edad, como la duda, la culpa, la honestidad y sobre todo, la justicia. Y es que Sala de profesores no es una película que quiera educar a nadie, no habla sobre que los niños tienen que decir la verdad y no mentir (para eso están sus padres), habla sobre qué es justicia a día de hoy.
Cada uno de los personajes que componen tanto el claustro de profesores como la clase, rezuma interés. Partiendo de una profesora idealista, que jamás busca enfrentamiento y con una enorme capacidad de diálogo para resolver situaciones, hasta una directora que, en su intento de ser justa, por lo general pincha en pro de elevar su cargo por encima de todo.
Sala de profesores también toca, quizá de refilón, el drama social o la inmigración. Nos propone una historia sobre la que involucrarnos, sobre la que pensar. Una historia con bastante realismo pero que, como todo, tiene también su pata coja.
Si bien la historia se sigue perfectamente y sus intenciones están muy claras, quizá podríamos echarle en cara que, en un momento dado, la película deriva más en una especie de ¿thriller? sobre un robo. No olvida para qué ha sido creada, pero quizá gasta demasiado pronto sus cartuchos al principio.
Volviendo al personaje de Nowak, su figura representa la integridad, honestidad y valentía que muchos deberían tener. Un personaje con un buen talante y que, aunque tiene momentos en los que se rompe, siempre se mantiene en lo alto. Idealista desde el minuto uno (esa explicación sobre lo que es un problema de matemáticas nos da una idea de cómo enseña a sus alumnos), es una auténtica joya dentro de la película. La interpretación de Benesch es prácticamente intachable.
Sala de profesores mantiene además un buen tono, un ritmo que hace que queramos seguir sabiendo más. Nos hace involucrarnos en las decisiones de la protagonista (¿tomaríamos las mismas? ¿asumiríamos sus consecuencias?), no hay duda de que Sala de profesores es una película que hace pensar.
No es una cinta perfecta, pero si logra mantenernos atentos, con una trama tan creíble como sugestiva, unos personajes muy bien escritos, y una puesta en escena sobria (esa fotografía, esa música tan austera que crea una atmósfera casi opresiva) pero que atrapa inteligentemente la atención.