Porque sabemos que la vida da muchas vueltas y nos pone a prueba casi todo los días, The Way Back (Gavin O’Connor, 2020) es una historia sobre cómo nos enfrentamos a ellas y sobre cómo hay que dejar atrás lo que necesitamos abandonar para seguir adelante. Protagonizada por Ben Affleck, este drama, comparte además con su protagonista algo que el propio actor vivió en sus propias carnes, la adicción al alcohol.
Segunda colaboración entre O’Connor y Affleck tras El contable (2016), y de nuevo una historia con un personaje con un turbio pasado. Affleck está bastante correcto, y también bastante contenido. Es un papel muy goloso que puede caer en los excesos, pero el actor lo salva con soltura. Junto a él, los secundarios (incluidos los chicos que dan vida a los jugadores) están bien también, no tienen papeles que les exijan demasiado.
Sí que echamos en falta algo más de dramatismo en la película, a pesar de que tiene algunos momentos que sirven para evaluar la calidad interpretativa de Affleck, en general es un drama muy ligero. No es una cinta sobre el alcoholismo, puesto que no es el elemento principal de la historia. Es una cinta sobre luchar por lo que uno cree, una película sobre cómo salir adelante, sobre las adversidades de la vida, pero sobre todo es una película sobre la redención.
Poco a poco vamos conociendo más información sobre Jack, sobre los motivos que le han llevado a esa especie de autodestrucción de la que él mismo es consciente, pero que no parece querer detener, porque no tiene un motivo o razón para ello. La película es verdad que intenta huir de clichés, pero en este tipo de historias es normal recurrir a ellos en algunos momentos.
Tiene buen ritmo, no se hace pesada ni lenta en ningún momento, y la dirección de O’Connor es solvente. A esto hay que sumarle un par de elementos que ayudan mucho en conjunto a la historia.
Por un lado su atmósfera, muy bien retratada con la fotografía del español Eduard Grau. Nos entrega buenos escenarios, unas afueras de Los Ángeles, gastadas, esos locales oscuros, iluminados por llamativos neones… y por otro lado la música de Rob Simonsen (mucho uso de cuerdas), siempre minimalista, dejando la sensación al espectador de que ha de estar preparado para algo, siempre creciendo…
O’Connor ha hecho una película entretenida, que le falta algo más de drama pero que nos deja una interpretación de Ben Affleck bastante correcta.