En varias ocasiones, ya se ha dicho que Michael Bay, si tiene alguna virtud, ha sido la de crear un subgénero propio en el cine de acción, quizá el que más dinero aporta a la industria cinematográfica. Su excesivo amor por lo grandilocuente, por el espectáculo sin sentido y por explotar todo lo posible, le han hecho merecedor de un ejército tanto de detractores como de acérrimos, y unos enfrentamientos entre ellos, tal hilarantes como su propio cine.
Cuando en el 2007 tomó las riendas de la saga Transformers, iniciada con una decente película de acción (bastante comedida para su particular estilo, se notaba que no se la quería jugar mucho), nadie iba a apostar por que la saga diera ya cuatro títulos, a cada cual más parecido. En esta nueva entrega, Transformers: La era de la extinción, Bay recurre a lo de siempre, cuenta lo de siempre y lo muestra como siempre, es decir, es una cinta de lo más vacía que nos podamos encontrar.
Si algo en positivo podemos sacar de Transformers: La era de la extinción, es su intento por salirse un poco de lo alocado que han supuesto las tres películas anteriores. Aquí Bay recurre al guionista de la tercera película (un prometedor Ehren Kruger) para crear una historia quizá algo más elaborada que las anteriores, en donde al menos hay una trama y hay villanos con intenciones. En ese sentido la saga ha evolucionado (ya está bien después de cuatro películas), pero se queda en eso.
Cuando todo parece que apunta a una película de acción aceptable, todo se vuelve como a Bay le gusta. Empieza a recargar planos, empieza a explotar todo, empieza a repetir cosas… un batiburrillo de todo lo que estamos acostumbrados a ver en su cine, pero alargado hasta casi las ¡3 horas!. Michael Bay conoce perfectamente su cine y nunca lo cambiará, así que, no albergaremos más esperanzas en ello. Y es que debemos aceptar Transformers: La era de la extinción como lo que es, cine hecho exclusivamente para hacer dinero.
Para darle un lavado de cara a la supuesta nueva etapa de la saga, Bay ha contado con un reparto totalmente nuevo. Mark Wahlberg, que ya está experimentado en el cine de acción, sabe moverse bien en el terreno. No necesita mucha instrucción y tampoco se le exige demasiado en un papel que todos sabemos, podría hacer cualquier actor que se preste voluntario (recordemos los rumores que apuntaron a Jason Statham cuando se inició la producción).
Más allá de Wahlberg no hay más. Caras nuevas, secundarios de lujo (Stanley Tucci o Kelsey Grammer) para una película que, sin renegar de las anteriores (hay varias referencias a la secuencia final de Transformers: El lado oscuro de la luna (Michael Bay, 2011) y que aquí parece trasladar hasta la mismísima China, en una espectacular batalla que supone el final de la película.
En base a que tanto ésta como las anteriores utilizan los efectos especiales para tapar grandes carencias, no podemos esperar mucho más de esta película. Entretenimiento puro y duro (si es que realmente te gusta la saga), con pequeñas dosis de renovación y con el clásico cine Bay, en donde todo vale (sí, incluso que un humano pare un golpe de un robot de 10 metros), no hay reglas ni para hacerla y tampoco para verla.