Primera gran superproducción a nivel internacional que realiza la industria cinematográfica china y el resultado es bastante inferior a lo que cabe esperar (en términos cinematográficos, claro). Aunque su recaudación haya sido una barbaridad (más de 600 millones de dólares sólo en el primer fin de semana de estreno), La Tierra errante (Frant Gwo, 2019) no es más que un espectacular escaparate de efectos especiales, con poco más que ofrecer.
Tomando como base la novela de Liu Cixin del mismo título (traducida en España como La Tierra errante), la película es un absoluto despliegue visual de efectos especiales, que sin duda deja boquiabierto a cualquier que admire este campo. Escenas de acción con tensión, pirotécnica visual… todo ello bajo una historia que recuerda a muchas producciones de Hollywood. Sí, no nos van a contar nada nuevo, pero tampoco parece que lo pretenda.
Es cine espectáculo, pero como mucho del que nos llega de los Estados Unidos (tampoco debería sorprendernos). El problema se agrava cuando el drama es prácticamente inexistente, y los personajes se toman la misión (con la importancia que conlleva) como una aventura. Uno no espera un drama profundo, pero si al menos unas pequeñas pinceladas que conviertan a los personajes en un poco más humanos, que muestren su preocupación, que tengan emociones… no hay de eso.
Dentro de la historia, hay un par de tramas con cierto interés en los personajes (esa familia que ha crecido sin madre), pero apenas se aprovecha cuando podría hacerlo.
La película simplemente trata de llevar al espectador al terreno técnico con sus efectos digitales, su potente banda sonora y su acción más espectacular. Tampoco faltan los clichés habituales del género que, hoy en día, poco puede innovar salvo a nivel técnico/artístico. Vista una cinta, prácticamente vistas todas.
La Tierra errante es un potente ejercicio llevo de efectismo y esteticismo, pero absolutamente frío y carente de alma para un espectador que intenta que la película lo traslade al momento. Lo excesivo de su propuesta (que también es lo original que tiene) y un elenco de actores solventes pero con pocas virtudes, convierten a la película en un cine de entretenimiento y nada más.
Es bastante complicado que el cine asiático se estrene en las salas de cine españolas. Quizá con el reciente éxito de Parásitos (Bong Joon-ho, 2019) el público se abra más a sus producciones, a su estilo. Desgraciadamente el público que consume cine procedente de oriente, todavía es bastante minoritario.
Sólo puede verse a través de Netflix, eso sí, hasta la fecha no existe un doblaje al castellano, si al español neutro (se dobló en México).