Echamos un ojo a Una cuestión de tiempo, la última cinta del británico Richard Curtis. Una comedia romántica bastante ligera, pero que no desmerece para nada todo su conjunto.
El tiempo, ese elemento tan etéreo pero a la vez tan necesario en cada una de nuestras vidas, es el protagonista de la última comedia romántica “made in Britain”. Una cuestión de tiempo, está facturada por Richard Curtis, un experimentado cineasta cuya carrera se ha desarrollado más entre líneas (con guiones como los de Notting Hill (Roger Michell, 1999), Love Actually (Richard Curtis, 2003), o Cuatro bodas y un funeral (Mike Newell, 1994)), que tras las cámaras.
Lo que a priori parece Una cuestión de tiempo, es un ejercicio gracioso. Esa combinación entre ficción, y comedia romántica que se atisba al principio, se diluye a favor de una conmovedora historia en donde suceden poco a poco acontecimientos que van poniendo a prueba a nuestro joven protagonista. Pruebas que, como la vida, deberá sortear hasta alcanzar su meta. Y es que Una cuestión de tiempo, no es más que la hermosa búsqueda de la felicidad.
Por tanto, Curtis se aproxima muy sutilmente a la comedia romántica. No la deja de lado, pero tampoco le otorga demasiada importancia, no tanto como la que hemos podido ver en sus anteriores guiones. Quizá estemos hablando de la película “con menos gracia” de su filmografía (entiéndase bien como una crítica constructiva, por supuesto). En cualquier caso, tanto el mensaje como el guión, son bastante redondos.
Ayudado por un texto ameno y sólido, Curtis ha contado con un reparto muy variado, encabezado por el retoño de Brendan Gleeson, Domhnall Gleeson, cuyo retrato es de lo más sorprendente, casi comparable a trabajos de otros intérpretes británicos con más experiencia. Junto a él, la siempre efectiva Rachel McAdams, una auténtica aficionada a este tipo de historias (El diario de Noa (Nick Cassavetes, 2004), Más allá del tiempo (Robert Schwentke, 2009) o la más reciente Todos los días de mi vida (Michael Sucsy, 2012)). Pero la breve presencia de Bill Nighy engrandece todo el ejercicio, interpretando al padre del protagonista, un goloso rol que sólo un actor de su enorme talento puede resolver.
Una cuestión de tiempo es una película entretenida, llena de matices, detalles y momentos memorables (muchos se sentirán identificados). Es una muestra más de que la comedia romántica todavía tiene más cosas que contar. Y es que se agradece, y mucho, este tipo de mezclas, en donde el amor, no queda relegado pero tampoco se le da excesiva importancia, lo que evita el exceso de azúcar.
Curtis da lo que promete y la película, a pesar de su duración, no se hace demasiado larga. El ritmo es bastante regular y no hay muchos momentos que se hagan densos. Una cuestión de tiempo es una bonita y sencilla historia sobre cómo ser feliz… con una pequeña ventaja sobre el tiempo, y sobre todo porque todos merecemos una segunda oportunidad.