Jacob Chase dirigió en el 2017 el cortometraje de terror, Larry (se puede ver en YouTube), sobre una criatura que habitaba en los dispositivos con pantalla (teléfonos móviles, tabletas, televisiones…). Era una forma bastante curiosa de reflejar la sociedad que nos rodea desde hace años, más pendiente de las pantallas que de la propia realidad. Aquella idea se fue desarrollando hasta que llegó a manos de la Amblin Partners, creada hace cinco años por Spielberg, y que engloba entre otras a DreamWorks,. El resultado es Ven a jugar, una cinta que, básicamente y como hizo en su día Saw (James Wan, 2003) o Nunca apagues la luz (David F. Sandberg, 2016), extiende la idea original del cortometraje del que procede.
Chase, que aquí también escribe el guión (de hecho una escena de la película es, básicamente, el cortometraje original), se ha labrado una buena carrera como editor de cortometajes además de dirigir unos cuantos. Lo único que había hecho en cine hasta ésta, era un segmento de la cinta de historias Stars in Shorts (2012), protagonizada por nombres como Colin Firth, Keira Knightley, Jason Alexander o Judi Dench. Podríamos decir que Ven a jugar es su debut como director para la gran pantalla en solitario.
Hay que partir de la base de que el cine de terror no vive precisamente momentos maravillosos actualmente, salvo contadas ocasiones y, por lo general, suelen generar opiniones bastante dispares, tal es el caso de cintas de Ari Aster o Robert Eggers. Pero en este caso, Chase ha optado por un terror más convencional, puesto que una de las cosas que más pueblan la película son los clichés, y es que no resulta nada sorprendente en este aspecto.
Bebe en exceso de los “jump scares” y son precisamente los que se comen el resto de los ingredientes que podrían haberla convertido en una película fuera de lo normal (se me viene al caso Babadook (Jennifer Kent, 2014), con un interesante contenido a nivel emocional, como podría haber sido ésta).
Pero cuando Ven a jugar intenta ahondar un poco en el terreno dramático de la historia, se pierde y no se encuentra, puesto que todo parece apostar por el terror y poco hueco hay para el drama o al menos para un tratamiento de personajes lo suficientemente interesante como para que llegue al espectador.
Pero afortunadamente Ven a jugar no sólo se queda el mero susto. Intenta ir algo más allá (y es eso lo único destacable), tocando temas como la soledad, las relaciones maternofiliales, la dependencia tecnológica e incluso el “bullying”. Si que es verdad que los toca con bastante precaución, porque sabe que no es su terreno, y que realmente son simples herramientas para contar la historia de terror.
Sin ser una maravilla, Ven a jugar tiene algunas cosas que resultan interesantes, y que a pesar de tocarlas de refilón, al menos la dan un punto más para no meterla igualmente dentro del mismo saco que ese cine de terror vacío (e igualmente disfrutable, ojo), pero del que Chase parece querer escabullirse.
A nivel interpretativo, la película tampoco exige mucho, aunque el pequeño Azhy Robertson (a quien ya vimos en Historia de un matrimonio (Noah Baumbach, 2019)) quizá destaque por su creíble interpretación en donde no cae demasiado en la impostura y exageración.
En un principio iba a estrenarse en cines, de hecho en varios paises se ha podido ver en salas, pero en España y por la pandemia, a final ha terminado en plataforma.
La plataforma de Movistar+ la incluye en su catálogo básico. Igualmente se puede alquilar/comprar en prime video, Rakuten, Apple TV+, Google o Microsoft.
