Llevábamos casi dos años sin ver una película MARVEL en los cines. Fue con Spider-Man: Lejos de casa (Jon Watts, 2019) cuando nos despedimos temporalmente de los superhéroes, pero gracias a los productos para televisión como Bruja Escarlata y Visión (2021), Falcon y el Soldado de Invierno (2021) o Loki (2021) el MCU ha seguido compartiendo su visión y su entretenimiento, aunque sea sólo para unos pocos.
El comienzo de la llamada ‘Fase 4’ se inicia con esta Viuda Negra (Cate Shortland, 2021), un producto situado temporalmente tras los acontecimientos de Capitán América: Civil War (Anthony Russo y Joe Russo, 2016) y que nos cuentan un poco más el pasado del personaje que ha popularizado Scarlett Johansson durante ocho películas.
La película parte de un guión escrito a cuatro manos entre Jac Schaeffer (creadora de la serie Bruja Escarlata y Visión) y Ned Benson, prácticamente debutante en el cine de grandes presupuestos. La dirección corre a cargo de Cate Shortland, cuya carrera no ha tocado nunca el género al que pertenece la película y siempre se ha sentido más cómoda en un cine algo más personal y alejado de grandes presupuestos.
Es importante resaltar estas cosas porque uno de los principales problemas con los que cuenta Viuda Negra es su guión. Durante más de dos horas de metraje, y a pesar de que la historia está bastante bien hilada, la profundidad y desarrollo de personajes resulta un tanto superficial, tratándose de una película en la que se nos cuenta un poco la génesis de un personaje. Resulta cuanto menos chocante.
No se aleja en exceso de los cánones que Feige y Disney marcan para una producción de este tipo, pero si que es verdad que notamos cierta distancia para con el cine puramente MARVEL donde lo excesivo, y la ¿épica? Están presentes en todo momento. Aquí la película se aproxima más a títulos de acción punteros como cualquier entrega de la saga del personaje Ethan Hunt o Jason Bourne.
A nivel de factura, poco hay que echarla en cara. Con un presupuesto holgado, Viuda Negra luce bastante bien, sobre todo en su traca final. Con un arranque poderoso, una trepidante secuencia de acción que se desarrolla en Budapest, y coreografías torpemente montadas (marca de la casa), como cinta de acción quizá no decepcione en exceso. Ahora, como ‘thriller’ la película se queda un poco corta.
Viuda Negra adolece además de los típicos ‘tics’ de MARVEL. Una serie de pequeños defectos que no han logrado solventar en todos estos años. Entre ellos el humor en momentos en donde resulta innecesario. Aquí la batuta en ese sentido la lleva una más que correcta Florence Pugh, que sirve de contrapunto al personaje de Scarlett Johannson. Mientras ella es una mujer atormentada, dolida por su pasado, comedida… el personaje de Pugh es su antítesis y resuelve con certeza muchos momentos “tensos” a nivel dramático. Su presencia se agradece, pero tampoco destaca muy por encima del resto, sinceramente.
Si echamos la vista atrás, cuando MARVEL seguía siendo independiente y podía tomar decisiones más acertadas, aquella cinta de Ang Lee, Hulk (2003) denostada por muchos y adorada por unos cuantos, mezclaba el drama familiar con el cine de superhéroes, todo con un tono que no se desviaba el cómic. Quizá en aquel momento no estábamos preparados para ver a los superhéroes desde un punto de vista más ¿serio?, no hasta que llegó Nolan. Es precisamente con esa cinta con la que encontramos algunos puntos en común con Viuda Negra.
El retrato de la familia, la traición, el pasado, el dolor… son temas que ambas películas tratan, con puntos de vista similares, pero siempre sin olvidar que estamos ante un producto que da lo que ofrece, y que en momentos en los que se quiere poner seria, no convence. Es ahí donde hay una gran diferencia entre Lee y Shortland.
Viuda Negra es cine de entretenimiento, con un reparto muy solvente (incluso los maravillosos secundarios Davir Harbour y Rachel Weisz), con esos irremediables ‘tics’ de MARVEL (el villano descafeinado, las escenas de lucha torpemente finalizadas, el exceso a nivel general…) pero que sirve como buen aperitivo a un género que, seguramente, nunca dejará indiferente.
