Que el cine de Roland Emmerich no es precisamente para darle a la cabeza es algo que ya se sabe (seguramente hasta él mismo sea consciente de ello), pero hay que saber que, en su particular universo, no todo vale, y cuando el público contesta, hay que hacerle caso, al menos una vez.
Rodada entre dos títulos apocalípticos como son El día de mañana (2004) y 2012 (2009), esta película quizá sea de las menos interesantes del director de origen holandés, posiblemente junto a Asalto al poder (2013) y la innecesaria secuela Independence Day: Contraataque (2016). El resto de la filmografía podría considerarse bastante entretenida. No hay mucho más que pedirle a Emmerich como director, sinceramente.
La historia de 10.000 bien podría recordar a la mejor cinta de Emmerich, Stargate: Puerta a las estrellas (1994), una premisa bastante similar (con evidentes diferencias, claro), pero en el fondo donde prima el mensaje de liberación de los oprimidos, liderados por el héroe que ha de encontrarse a sí mismo y sacar de dentro, la valentía necesaria para derrotar al enemigo. No hay más.
Pero el problema de la película es lo que intenta hacer mientras, y es buscar el entretenimiento a base de escenas en donde se ponga en peligro a los personajes, con diversas “pruebas”, que a su vez sirven de motivación para que pueda superarse. Cuando este tipo de escenas de relleno se supone que deberían ser entretenida y/o aportar algo más de los personajes, aquí se vuelven prácticamente anecdóticas.
No es que Emmerich sea un prodigio escribiendo guiones (aquí junto al compositor/productor Harald Kloser, austríaco con el que ha coincidido en varios proyectos), pero 10.000 adolece de una falta de entretenimiento bastante importante, un mínimo exigible a este tipo de películas. Si ya de por si es una película en donde no hay interés por los personajes, donde los anacronismos históricos están de moda (tampoco busca rigor), y donde la trama parece que no tiene impedimento algo para un “happy ending” cantado, que menos que rellenar esas necesidades con entretenimiento. Pero es que ni eso, de hecho, hay momentos en los que 10.000 se vuelve hasta aburrida, y ahí es donde pierde prácticamente todo el mínimo interés que podamos prestarle.
Su mensaje ya está dicho, no es nuevo, pero no pasa de ahí, porque realmente la historia tampoco da para mucho más. No hay sorpresas, todo está perfectamente planificado para que, ni siquiera, suframos por el protagonista. Por cierto, absolutamente soso y falto de carisma.
Pero si hay algo que Emmerich sabe, es que si falla en ese aspecto al menos hay que cubrirlo con otra cosa y aquí lo hace a través de espectaculares planos. La fotografía de Steiger, que ya colaboró con el holandés en otras dos obras espectaculares como son Godzilla (1998) la anteriormente mencionada El día de mañana (2004), nos da sensación de gran producción, nos intenta maravillar con esos planos generales… es quizá lo que, a nivel técnico, salve un poco a la película porque ni siquiera los efectos digitales son realmente destacables.
10.000 funciona a medias, desde luego como cinta de aventuras bastante mal. Sosa, floja con un reparto que, aunque no sea demasiado conocido, daría igual… un pequeño tropiezo en la carrera de un director totalmente consciente de qué cine hace, sólo que a veces parece querer hacer algo más cuando no puede.