Peter Hyams siempre se ha movido entre dos terrenos, por un lado la ciencia ficción, con títulos destacables como Atmósfera cero (1981) o 2010: Odisea dos (1984); y por otro lado con el thriller de acción, que a finales de los ochenta le daba buenos resultados, en donde nos encontramos con Apunta, dispara y corre (1986), Más fuerte que el odio (1988) o Testigo accidental (1990). Se ha preocupado casi siempre de que la acción y la intriga se mezclen y den un resultado que, cuanto menos, enganche y entretenga. No es un director de grandes presupuestos, pero si que sabe llevar al espectador a su terreno.
Lejos de ambos géneros tiene alguna obra notable como La calle del adiós (1979), Capricornio Uno (1978) (quizá su película más interesante) o la comedia Permanezca en sintonía (1992).
El planteamiento de la historia de The Relic es, como bien decía su protagonista, Tom Sizemore, una mezcla entre Alien y Jungla de Cristal, pero dentro de un museo. Y es que no el tema tampoco da para mucho más y el hilo narrativo viaja sencillamente por la persecución entre los dos personajes importantes y la posibilidad de que el “monstruo” vaya eliminando uno a uno a todo el que se ponga a su paso. No hay más discurso que ese.
The Relic busca el entretenimiento en base a un planteamiento sencillo y una fórmula tan eficaz como explotada. No hay muchas novedades en este aspecto y su elenco interpretativo lo sabe, por lo que sus personajes (ciertamente estereotipados) tampoco se molestan mucho en demostrar lo que son y por qué son así. No hay mucha profundidad a pesar de que el equipo de guionista es llamativamente grande, y su principal dificultad parece radicar en las escenas de acción, en donde pocas pegas podemos poner.
Hyams sabe rodar este tipo de escenas con cierta destreza y aunque muchas veces suelen estar torpemente estropeadas por detalles insignificantes, aquí da la sensación de que en ocasiones estamos viendo un producto de serie B caro.
Y es que The Relic parece coquetear con este subgénero, con las cintas de bajo presupuesto y nada más lejos de la realidad ya que entre su equipo técnico hay grandes nombres, como el de Stan Winston, una leyenda de los efectos prácticos y que tuvo que lidiar con varios problemas de agenda hasta tener lista a la criatura (que aparece poco más de cinco minutos en pantalla.
Pero The Relic tiene cosas buenas. Su manejo del suspense (dentro de los límites y posibilidades que hay) consigue crear una atmósfera agobiante, que nos hace estar en constante alerta. Juega con un intento de ser un ejercicio de terror, pero la previsibilidad de muchas de sus secuencias, lo alejan bastante. No se corta cuando tiene que mostrar violencia y su nivel técnico, de nuevo, está bastante bien.
No es una película perfecta, pero su cometido lo cumple con creces y aunque dentro de la filmografía de Hyams tenemos cintas muy superiores, podemos decir que The Relic no es de las menos redondas. Entretiene, crea interés y sus efectos especiales cumplen, por lo que el objetivo está conseguido, tratar de exigirla algo más, es descabellado.