La imaginería de Clive Barker (nacido en Liverpool, en 1952) se ha asociado siempre al terror, a la sangre, historias excesivamente macabras en donde lo sangriento siempre sale a relucir por algún sitio. A pesar de ello también tiene alguna que otra historia algo más descafeinada, e incluso también se ha atrevido con el negocio de los videojuegos, como los clásicos Undying (2001) o Jericho (2007).
Entre sus muchas publicaciones literarias, se encuentra Book of Blood, una serie de libros que agrupan diversas historias de terror. El quinto volumen, publicado entre 1984 y 1985, contenía la historia The Forbidden, que es la génesis de Candyman, el dominio de la mente (Bernard Rose, 1992).
La película está dirigida por Bernard Rose, británico como Barker, y que prácticamente desapareció del panorama actual tras dirigir esta película. Ha hecho más obras, pero pocas han tocado el circuito de salas en España (recordamos, por ejemplo aquella versión de Anna Karenina (1997) que protagonizada Sophie Marceau). En Candyman, el dominio de la mente, el trabajo de Rose es sobrio, otorgando a toda la película una atmósfera extraña, casi desasosegante por momentos, con pocos sobresaltos, y sin llegar a traspasar la barrera del cine de terror fácil.
Y es un tema interesante a tratar, y es que quizá la película se aproxima más al thriller que al terror (viniendo de Barker es raro). Muy posiblemente y sabiendo de la existencia de un montaje extendido, es posible que la versión estrenada en cines fuera bastante contenida en cuanto a escenas sangrientas. La película las tiene, están bastante bien hechas, pero no destacan en exceso (salvo en su tramo final). No es que no sea una cinta de terror, pero quizá no es lo que uno espera viniendo de quien viene.
Otro dato a destacar es la forma en la que nos vamos introduciendo poco a poco en la obsesión de su protagonista. Poco a poco, lo que empieza como una investigación en donde la credibilidad siempre está puesta en duda (a pesar de que Helen se toma muy en serio todo lo que consigue en cuanto a testimonios y demás), pero que poco a poco somos testigos de como se va a obsesionando con todo, y llega a estar controlada por el propio Candyman (un clásico ya el rostro de Tony Todd).
Un villano muy poderoso, capaz de cualquier cosa, capaz de todo. Sí que quizá se echa en falta alguna que otra escena aclaratoria, o al menos su desenlace nos deja ciertas dudas que no aclaran muy bien cual es el fin del asesino.
Mención especial la música de Philip Glass (bastante relacionado con el mundo de los documentales) que aporta una banda sonora que apoya enormemente la atmósfera misteriosa y oscura que aglutina toda la historia de la película. Desde las primeras notas, a modo de caja de música, hasta esos coros casi infernales que le dan el toque “maligno” a la historia.
Es un relato sobre obsesiones, traiciones, sobre el mal, sobre la capacidad de manipular, de tratar de encontrar respuestas, incluso tiene algo de carga social (ese vecindario medio abandonado en donde hasta la gente que no tiene nada que perder, le tienen miedo y lo adoran como si fuera un Dios). A pesar de su factura, a la que se la pueden poner algunas pegas por ser demasiado formal, la película resulta bastante interesante y recomendable. Tampoco se quedan atrás las interpretaciones de una espléndida e interesante Virginia Madsen o el anteriormente mencionado Tony Todd.
La película no pasará a la historia de las más taquilleras. Su recaudación fue de unos 30 millones de dólares en todo el mundo. Teniendo en cuenta su presupuesto, sí que resultó bastante rentable (de hecho se hicieron dos secuelas después). Pero Disney seguía dominando la taquilla, en esta ocasión con Aladdin (Ron Clements y John Musker, 1992), que recaudó algo más de 500 millones de dólares en todo el planeta. Warner conseguía colar en el ‘top 10’ a El guardaespaldas (Mick Jackson, 1992), Arma Letal 3 (Richard Donner, 1992) y la segunda entrega del personaje de Batman, Batman vuelve (Tim Burton, 1992).
El cine de terror no tuvo rival con el Drácula, de Bram Stoker (Francis Ford Coppola, 1992), una película espléndida y que se coló en la lista de las diez más taquilleras del mundo.