A pesar de la desconfianza que pudo generar el hecho de tratar de relanzar a unos personajes ya icónicos como los creados por Dan Aykroyd y Harold Ramis, podemos decir que tras unos cuantos años (décadas), esta Cazafantasmas: Más allá (Jason Reitman, 2020) hereda en cierta forma, ese espíritu aventurero de la cinta de Reitman “padre”. Y es en cierta manera porque, vista con los ojos de alguien que vio aquellas cintas de niño, hoy en día hay menos sorpresa y menos emoción tras todo el cine que ha acontecido. Pero no por ello hemos de despreciar el esfuerzo y el interés mostrado en una película que se antoja como un homenaje a uno de sus creadores (¿era esto lo que querías, Bill Murray?).
La muerte de Harold Ramis en el año 2014 supuso que, para muchos, aquella idea de una tercera entrega de Cazafantasmas (que llevaba rondando Hollywood desde hacía años) se fuera al traste. Resultaba casi inviable hacer volver a los chicos de Nueva York, sin la presencia de uno de sus creadores, de uno de sus iconos. Pero nada más lejos de la realidad. Jason Reitman y Gil Kenan (director de la más que notable Monster House (2006) y de la olvidable Poltergeist (2015)) han unido fuerzas y han tomado las riendas de una historia que, sí, hereda muchísimo de la cinta original, pero que se sustenta por sí sola como un producto independiente, igualmente.
Hay varios elementos por los que, a día de hoy, Cazafantasmas: Más allá no nos va a sorprender como sí lo hizo la cinta de Ivan Reitman, no hay duda. Pero al margen de eso, la película sigue manteniendo bastante aquella esencia, aquel sabor, y eso es de agradecer. No estamos ante un ‘remake’, o ante un ‘reboot’ como se intentó hace unos años en la fallida película de Paul Feig; aquí se ha tomado otro rumbo, se ha tirado por lo fácil, todo sea dicho, y con ciertas dosis de ‘fan service’ se ha conseguido un producto digno de llevar el nombre que lleva esta película.
Una historia muy sencilla, con unos personajes a los que se les coge cariño, a los que se les quiere; Cazafantasmas: Más allá, sigue teniendo esa chispa de humor, menos refinado, algo más convencional si cabe, y también sigue manteniendo su espíritu de película “para pasar el rato” que al fin y al cabo es para lo que se suele ir al cine. Aquí no vamos a estar ante un producto hecho para pensar mucho, porque no es lo que pretende. Sí, la película tiene su trasfondo (el pasado, el seguir adelante…) pero su principal intención es el entretener, y lo consigue, sin ninguna duda.
Con un buen puñado de guiños a la primera película (sí, los hay con muchísimo peso en forma de cameos), y sirviendo como una continuación a la secuela Cazafantasmas II, la cinta cuenta con un reparto muy acertado, a pesar de que su protagonista en ciertos momentos no resulte demasiado convincente o reaccione de forma poco lógica ante algunas situaciones. No es que sea algo de peso, pero podría sacarnos de la película en algunos momentos. El resto del ‘cast’ aguanta muy bien la película.
Como comentábamos, el guion de la dupla Kenan/Reitman equilibra con bastante acierto nuevas ideas a la vez que hereda aspectos del cine de los ochenta. Pero comete algunos excesos (o errores, también) que evidencian ciertas imposturas en las historias que se escriben hoy en día. No es necesario meter siempre una historia de flirteos entre personajes, ya no, y sobre todo si no aporta nada, y aquí sucede con dos subtramas.
Pero olvidando pequeños matices que pueden llegar a empañar el producto, Cazafantasmas: Más allá es una película muy disfrutable tanto si uno es seguidor o no de la saga, una película sumamente entretenida, con potencia a nivel de imagen (simplemente por las veces en las que sale el mítico coche, ya merece la pena), con un más que equilibrado uso de la tecnología más actual con la más clásica (algo que se agradece y muchísimo) en cuanto a efectos especiales y con una historia que nos atrapa prácticamente desde el principio.
¿Será necesario estirar el chicle? Con Hollywood nunca se sabe y es la taquilla quien manda, pero al menos aquí han sabido tomar el rumbo correcto.
