Hoy en día, las trilogías parecen confinadas al éxito y, la mayor parte de las veces, suelen ir de más a menos. La dirigida por Christopher Nolan sobre el personaje de Bob Kane no ha sido menos y tras cerrarse con unas más que altas expectativas, el resultado final parece que dista de lo que muchos esperaban. Aún con todo y con eso, es un ejercicio muy correcto, serio y digno de formar parte de lo que es. Una vez más, los superhéroes parecen ser sólo lo que alimenta a las salas.
Hace unos años, Christopher Nolan tomó las riendas de la adaptación del personaje de Bob Kane. Su resultado sorprendió más que decepcionó y pareció abrir la idea de adaptar superhéroes de forma seria y casi realista. Su concepto no era nuevo, muchos olvidan quizá ese Hulk (2003) de Ang Lee, cuya visión también fusionaba realidad y ficción de cómic. Nolan ha sabido llevar (que no innovar) esta fórmula con un éxito solvente, apoyado por su visión cinematográfica, cosa que quizá Lee no supo transmitir al público.
Tras un espléndido arranque (Batman Begins (Christopher Nolan, 2005)), Batman llega para quedarse en forma de dos títulos más, estrenados con casi el reparto protagonista idéntico, Bale, Oldman, Caine y Freeman. Los sutiles cambios de “cast” que Nolan aplicaba (o se veía obligado a aplicar) enriquecían cada una de las cintas. Desde el finado Heath Ledger hasta el impresionante (en todos los aspectos) Tom Hardy. Sin duda con El caballero oscuro: La leyenda renace, estamos ante el villano más cruel y más importante de los que se haya enfrentado Batman en la gran pantalla. Realmente como personaje, inspira bastante miedo. Primer logro conseguido.
Acompañando al hombre murciélago, tenemos a Anne Hathaway, enfundada (literalmente) en ese traje de cuero e interpretando una más que “light” Catwoman que, alejada de la imagen que el espectador tenía de Michelle Pfeiffer de la época Burton (no mencionaremos la visión de Pitof), resulta quizá un personaje no muy bien explotado y cuya personalidad no termina de definirse como debería (¿alguien dijo “spin-off” en condiciones?). La labor de otros secundarios como Joseph Gordon-Levitt (siempre espléndido), Matthew Modine o Ben Mendelsohn ayuda más que otra cosa, a desarrollar la trama.
Salvando las ya habituales carencias del cine de Nolan, sobre todo en su parte escrita, El caballero oscuro: La leyenda renace, se alza como un broche final algo agridulce. La mayor parte de sus faltas se cubren con bastante maestría y habilidad dentro de un final tan sumamente espectacular como entretenido. Nolan, quizá ha aprendido a mejorarse con el tiempo, y es por eso que para muchos este remate no está a la altura de El Caballero Oscuro (Christopher Nolan, 2008), cinta culmen dentro de toda la trilogía que él mismo ha realizado.
Aderezada por la machacona y fría banda sonora de Hans Zimmer, cuya evolución en esta saga parecía prometer y se ha quedado en eso, el director factura, técnicamente, una película muy visual, con un ritmo “in crescendo” y que sin duda mantiene al espectador en la butaca con esa sensación expectante que, desgraciadamente, podría diluirse en futuros visionados (si se me permite ser algo pedante). Y es que sólo el tiempo, nos dirá si El caballero oscuro: La leyenda renace sobrevive con el paso de los años o todo ha sido fruto de un hype desmedido.
Su trama lleva a Batman hasta las puertas del miedo, del infierno, le retrotrae casi hasta sus orígenes, hasta las puertas de sus miedos. Sólo desde allí y siempre con su familia por bandera, podría resurgir de la oscuridad y devolver a Gotham su vida, su justicia y su nombre. El caballero oscuro: La leyenda renace lanza a su héroe hasta el suelo (impresionante el primer enfrentamiento entre Bane y Batman), lo envuelve entre tinieblas (un más que previsible acto en donde Wayne encuentra sus miedos y su forma de afrontarlo.. sí, otra vez), y se lo entrega a Gotham casi como nuevo (ese descafeinado, qué digo, más que descafeinado, final para los villanos de turno).
El caballero oscuro: La leyenda renace al menos ha devuelto a la taquilla, y quizá a muchos, la esperanza de que todo es posible en tiempos oscuros, en tiempos de tormenta. Siempre hay luz para la esperanza, todos somos héroes, pero en la gran pantalla, de negro y con capa, sólo hay uno.
