Que la secuela de Jurassic Park (Parque Jurásico) (Steven Spielberg, 1993) funcionó medianamente bien, es algo que algunos podrían poner en duda. Pero las ávidas ganas de Universal de mantener la fiebre de los dinosaurios a flote, es la de generar más y más secuelas. Y así llegamos a estar tercera película en la que encontramos a un Spielberg únicamente como productor, por lo que gran parte de su potencial/magia queda fuera.
Había sido una promesa que Spielberg le había hecho a Joe Johnston (con quien había trabajado en numerosas ocasiones), le dejaría dirigir una entrega de la saga de los dinos. En un principio sería la primera secuela, pero Spielberg se echó para atrás y decidió dejarle esta tercera entrega, quizá la más simple de toda la saga.
Se habían desechado varias ideas, un par guiones… pero Johnston toma las riendas de una cinta de aventuras con altas dosis de entretenimiento que, como las anteriores, sigue manteniendo algunos temas importantes, relacionados con la genética o con la ambición humana. Aquí algo más diluidos, algunos temas morales quedan un poco al margen, tampoco es la intención. También merece la pena destacar que esta cinta resulta una buena base para la siguiente trilogía, que hereda algunos elementos que aquí se presentan como, por ejemplo, el tema de las comunicaciones de los velociraptores que, en Jurassic World (Colin Trevorrow, 2015) Chris Pratt desarrolla.
Para tratar de volver a contar con la misma audiencia, se toma a Sam Neill y a su mítico personaje de Alan Grant, como protagonista. Neill no decepciona y mantiene muy bien el rol que se le encomienda, sin duda es el alma de todo el reparto. Junto a él, posiblemente William H. Macy en un rol casi paródico en algunas ocasiones, lo que puede sacar de la película en ciertos momentos. Es el personaje, pero es complicado evitarlo.
Una de las cosas más importantes de una película de esta saga es su nivel técnico. Si en la anterior los efectos especiales y digitales seguían bastante vigentes a día de hoy (incluso mejores), no podemos decir lo mismo de esta tercera película, en donde el digital empieza a engullir lo tradicional, y algunos efectos prácticos no han envejecido lo suficientemente bien (sobre todo en el primer ataque al avión). A pesar de estos pequeños detalles, la película se sujeta muy bien. Mención especial a toda la secuencia de los Pterodáctilos, quizá lo más interesante de toda la cinta.
Dado que Spielberg aquí sólo pone el dinero (por decirlo de alguna forma), no es de extrañar que prácticamente el equipo que rueda la película sea muy desconocido (podemos encontrar a un Don Davis en la banda sonora, reciclando algunos temas de Williams).
Jurassic Park III (Parque Jurásico III) resulta excesivamente simple como historia, dentro de una saga a la que la exige algo más de complejidad a nivel de subtramas. Aquí todo queda bastante simple y apenas hay sorpresas. Es un buen entretenimiento, pero quizá la mano de un director con algo más de riesgo, la habría convertido en una más que digna tercera entrega.