Hace poco podíamos ver en cartelera Train to Busan (Yeon Sang-Ho, 2016), cinta que rescataba con notable factura e interés, la temática zombie, un género sobreexplotado que ha sufrido con el tiempo, una acusada falta de presupuesto e ideas.El cine británico se acerca, sin demasiadas novedades, a él de una forma cautelosa, con poca repercusión, y gracias a Colm McCarthy, un desconocido escocés, curtido en series de televisión como Los Tudor, Injusticia o la más reciente, Sherlock. McCarthy se apoya en la novela de Mike Carey (publicada en el 2014), que también ha escrito el guión, y en una producción muy notable, sin contar con demasiado espectáculo.
Vaya por delante el prometedor arranque de la película, que nos engancha prácticamente desde el primer momento, creando ese angustioso espacio cerrado, únicamente controlado por el ejército y en el que hasta el mismo espectador, en ocasiones, parece estar desconcertado ante lo que sucede, como si no le hubieran explicado nada. Pero cuando estalla la acción, la cosa cambia y lo que prometía como una buena película, empieza a tornarse simplemente en una cinta entretenida, más del montón.
Y es un poco decepcionante, la verdad. Uno tenía unas buenas esperanzas puestas en esta película, ya que la historia parecía ser bastante interesante. Resulta casi inevitable que se nos venga a la cabeza la trama del videojuego de Naughty Dog The Last of Us, con una historia similar aunque en aquella ocasión, el protagonismo estaba bastante más centrado en emocionar que en crear tensión.
La película es bastante simple, con personajes un tanto estereotipados, muy poquitas sorpresas pero con entretenimiento. Lo que se supone que tendría que ser un duro viaje para la pequeña protagonista (una debutante Sennia Nanua), no llega a emocionar, ni tampoco a impresionar a nadie. Todo resulta demasiado pensado, un tanto artificial.
Ni siquiera podemos destacar demasiado su nivel técnico, que quizá es dónde podría destacar algo. Todo es demasiado convencional, ya visto anteriormente y nada sorprendente. Luce bien, pero poco más.
La película parece más bien dirigida a un público expectante de grandes persecuciones con multitud de zombies (aquí no las van a encontrar), y no ha decidido centrarse en el cambio que supone todo para la pequeña Melanie. Una película más entretenida que hecha para darle a la cabeza.
Y no hay nada de malo, siempre y cuando todo tenga un hilo, más o menos interesante. Pero aquí la cosa no termina de cuajar, hay algo que no termina de convertir a la película en redonda. Puede que sea su presupuesto (aunque hay partes que lucen bastante, bastante bien), o quizá puede que sea sus personajes que no logran levantarnos demasiadas veces de la butaca.
Aún con todas sus taras (más que elogios), la película al menos cumple si queremos pasar un rato entretenido. No se la debería exigir mucho más de lo que da, o de lo contrario caeremos en denostarla hasta el final.
Sí, resulta extraño que nombres de la talla de Glenn Close, Gemma Arterton o Paddy Considine se hayan dignado a participar en una cinta como ésta, pero son ellos los que, precisamente, logran engancharnos durante toda la cinta, cuyo desenlace es excesivamente flojo para todo lo que hemos tenido que pasar.
Una lástima, pues, insisto, era una cinta que prometía buenas cosas, una historia que habría dado muy buenos resultados, quizá con más presupuesto y con un guión que mezclase ingredientes de varios géneros, sin llegar a resultar demasiado pesado (él que tiene no lo es, esto también es verdad).