Que la saga John Wick ha dejado huella en el cine de acción de la última década es algo innegable. De su sombra han salido títulos que, de alguna manera, beben en parte de ella, o bien de su historia (el vengador silencioso) o bien de su estética (peleas imposible con violencia a raudales). Pero hay que decir también que parecerse algo puede resultar fácil, superarlo ya es otro cantar y, por ahora, Wick sigue ostentando el título de “el nuevo cine de acción”.
De esa fuente inagotable de peleas, golpes y demás grescas, surge Monkey Man (Dev Patel, 2024). Pensada originalmente para lanzarse en una plataforma que empieza por “N”, fue gracias al interés que despertó la historia y el guion en el director, productor y guionista Jordan Peele, lo que hizo que se estrenase como una película normal. Patel, inspirado por unos terribles sucesos que acacieron en la India, y gracias a que llevaba unos años practicando taekwondo, se encarga de dirigirla en la que es su primera película detrás de las cámaras y además también se pone delante. Protagoniza y escribe el guion junto a John Collee, con quien trabajó en la estupenda Hotel Bombay (Anthony Maras, 2018).
La base de la película atañe a una historia de venganza y violencia, no hay duda. Una violencia que se traslada en el personaje durante toda la cinta. A lo largo de diversas escenas de acción, algunas bastante cafres, vemos como el protagonista, obsesionado con vengar la muerte de su madre, busca culminar lo que hace años lleva planeando.
Hasta aquí, temas como el dolor, la muerte, e incluso la reflexión sobre la vida, se dan la mano durante unas cuantas escenas… tranquilas. Apoyado en ciertos momentos por elementos místicos de la cultura hindú (la figura del Hanumân, que simboliza la fuerza o lo incorruptible), Patel nos hace un retrato de un hombre dolido, cargado de ira y que además de su venganza, se desahoga luchando casi clandestinamente para poder vivir. Su terrible capacidad para aguantar el dolor supone un aliciente para seguir su camino.
Dev Patel ha demostrado en varias ocasiones, desde que se dio a conocer con Slumdog Millionaire (Danny Boyle, 2008), que es un actor bastante versátil. Monkey Man es otro ejemplo, donde se muestra solvente con las escenas físicas y lo mismo con las escenas menos duras. No destaca especialmente por nada, pero como toda la película en si, pero Patel, que estuvo nominado al Oscar por la historia de Lion (Garth Davis, 2016), logra convencer con un papel duro, escenas de acción bien rodadas (como hemos comentado, John Wick ha creado escuela) y una historia sencilla pero que tampoco requiere más.
Monkey Man es el viaje de un hombre hasta su venganza, sencillamente eso. Un viaje tortuoso, en el que el dolor es lo de menos, lo más difícil es llegar y elegir el momento perfecto para ello.
La película, sin ser una maravilla, al menos consigue que podamos admirar las dotes físicas de su protagonista, que se desenvuelve bien y además, logra bastante bien, crear esa atmósfera malsana y pendenciera en donde nada es lo que parece y en donde uno no se puede fiar de nadie. Destacamos un interesante uso de colores en la fotografía.
Logra aprobar su primera cinta como director. Aunque lo tenía fácil, todo sea dicho. Es un primer paso o una primera piedra para ver como este actor/guionista/director, se va labrando una carrera dentro de la industria tocando otros palos.