Se dice que mientras Kevin Williamson escribía el guion de Scream. Vigila quien llama (Wes Craven, 1996) ya estaba pensando en una secuela, viendo el enorme potencial del universo que estaba creando. Dicho y hecho, los más de 170 millones de dólares fueron más que suficientes para que al año siguiente se estrenara la secuela, Scream 2 (Wes Craven, 1997).
No había pasado ni un año desde que Craven (Cleveland, 1939) lo petase con su cinta de terror para adolescentes. Una secuela bien podría servir para seguir haciendo dinero y, sobre todo, para seguir sentando las bases de un cine que, con los años se sigue manteniendo y que ha traído otras sagas con historias un tanto parecidas.
En el libreto volvíamos a tener a Williamson, y en el reparto repetían los supervivientes del ‘ghostface’ de la primera película, es decir, Neve Campbell, Courtney Cox, David Arquette y Jamie Kennedy. La química entre todos ellos es innegable, después de un taquillazo juntos, ya se conocían, y en esta segunda parte, a pesar de que no hay mucha evolución en los personajes (Sidney quizá es más valiente, ha crecido como persona), tampoco se aporta mucho sobre lo que ha pasado en el tiempo que no vemos en pantalla. El cambio de una ciudad a un campus recorta quizá el escenario para agobiar más a los personajes y que tanto éstos como el espectador, se sientan más amenazados.
Si la primera película era una especie de homenaje/compendio sobre cine de terror, aquí se siguen manteniendo esa línea. Williamson, un cinéfilo empedernido, vuelve a meter el cine dentro del cine, desde el inicio, con ese cine en donde se proyecta Stab, la película basada en lo que le pasó a Sidney, hasta conversaciones con el asesino o una clase universitaria en donde se debate si hay secuelas que superan a las originales. ‘Metacine’ (si lo queremos ver así) en pequeñas dosis.
Pero esta Scream 2 no se caracteriza demasiado por traernos cosas nuevas porque, básicamente, la fórmula es la misma y para que cambiar mucho si lo que hay funciona. No es una cinta arriesgada, quizá con el temor de no contentar o convencer a un público que ya tenía en la cabeza una marca como era la de «Scream».
Sarah Michelle Gellar, Jerry O’Connell, Omar Epps, Timothy Olyphant, Jada Pinkett (por aquel entonces sin el Smith en su apellido), Rebecca Gayheart, Liev Schreiber, o Laurie Metcalf, son los rostros que se incorporan al ‘screamverse’ y que, curiosamente, muchos de ellos le cogen el gusto al género y posteriormente aparecerían en otras cintas de terror. No hay duda de que el reparto joven (todos ellos correctos) es quien trae gente a los cines.
Sobre lo que encontramos detrás de Scream 2, pues… más de lo mismo. Elementos como el dolor, el sensacionalismo, el pasado o incluso el honor se mezclan dentro de la truculenta historia sobre venganza que sigue manteniendo un buen equilibrio entre el thriller y el terror, a pesar de que nos sepamos todas las cartas de memoria.
Podríamos decir que Scream 2 es una película bastante continuista, mantiene el listón, aunque quizá por debajo de su antecesora, por aquello del factor sorpresa. Y es que repetir lo mismo resta algo de interés.
Ese año, Williamson se hizo de oro, ya no sólo por esta secuela, sino porque estrenaba la primera parte de Sé lo que hicisteis el último verano, de la que también era el director. Un año en donde brillaron títulos que tenían el terror dentro de su historia y que lo mezclaban con ciencia ficción como Horizonte final (Paul W. S. Anderson, 1997), la acción con The Relic (Peter Hyams, 1997) o Mimic (Guillermo del Toro, 1997), o el thriller como la estupenda Pactar con el diablo (Taylor Hackford, 1997). Pero desgraciadamente nadie podía hacerle sombra al trasatlántico más famoso, Titanic (James Cameron, 1997), y tampoco a la secuela El mundo perdido: Jurassic Park (Steven Spielberg, 1997), que coparon los primeros puestos de taquilla.
Scream 2 contaba con 10 millones de dólares más de presupuesto que la anterior película y recaudó un poco menos que aquella, por lo que los productores (los Weinstein entre otros) se toparon con la cruda realidad. También el año fue difícil para el género, con Cameron acaparando prácticamente todos los cines.
