La pareja (tanto detrás de las cámaras como en la vida real) formada por los directores Richard Glatzer (fallecido hace unos meses) y Wash Westmoreland, nos deja una espléndida película sobre la lucha de una mujer que lo tiene todo, ante una terrible enfermedad contra la que nada puede hacer. Siempre Alice se destapa como una cinta social (no de denuncia) con tintes dramáticos, apoyada sobre todo en una interpretación de su protagonista, una siempre solvente Julianne Moore.
Sobre la primera novela de Lisa Genova (neurocientífica), Glatzer y Westmoreland, escriben un sólido guión con una clásica estructura que nos mete de lleno en un asunto tan serio como terrorífico, el Alzheimer, una enfermedad degenerativa sin una cura a día de hoy y que merma poco a poco la memoria de quienes la padecen. El reflejo en el personaje de Julianne Moore es espectacular y mucha de esa complicidad la aporta la propia actriz, involucrándose al máximo en uno de los mejores papeles de toda su carrera (no en vano consigue el Oscar por él).
Moore es el eje de toda la historia, una mujer muy inteligente, muy bien considerada en su trabajo y con una estabilidad laboral/personal envidiable, que debe enfrentarse con pavor, a una crisis tan personal como es la enfermedad. La evolución de Moore en la película es espectacular y no dejará indiferente a cualquiera que consiga mimetizarse con la historia. Siempre Alice es una dura cinta, con momentos puntuales de cierta intensidad, pero que si la miramos con otros ojos, bien podría parece un telefilme de sobremesa.
Pero es precisamente su plantel interpretativo de lo que se valen Glatzer y Westmoreland para contarnos con gusto, esta cinta tan magnífica. Alec Baldwin, intérprete irregular que bien puede hacer un papel bueno como otro olvidable, apoya en todo momento a su mujer en la ficción, sacrificando por momentos, incluso su éxito profesional, aunque sean duras decisiones.
Kate Bosworth y una sorprendente Kristen Stewart, completan el reparto de secundarios conocidos, que apoyan con suficiente solvencia, la interpretación tanto de Moore como de Baldwin. Quizá echamos en falta alguna profundización en personajes o un desarrollo más interesante de Alice cuando ya es consciente de su enfermedad, pero son detalles que para nada empañan el espléndido resultado de la película.
Siempre Alice nos hace ver las relaciones familiares en momentos de crisis, nos deja ver la necesidad de unión en la familia ante adversidades imprevistas, y sobre todo deja clara su postura sobre la vida frente a la muerte.
Una película tan disfrutable como dura, tan maravillosa como amarga. Julianne Moore está espectacular y la sobria pero efectiva dirección, deja claro que estamos ante una cinta notable y que nos dejará cierto pesar dentro.