Vaya por delante la valentía de, entre tanto traje colorido, metalizado y tanto “cachas” estrenar una cinta algo fuera de lo común como es El hijo, que además toca ligeramente el tema de superhéroes. Una mezcla de ¿terror? con un subgénero que con la irrupción de MARVEL en la industria del cine, ha supuesto en los últimos años, una ingente cantidad de ingresos que, prácticamente, eclipsan otros estrenos algo más interesantes.
No hay que hacer demasiados esfuerzos para darse cuenta de que El hijo camina por la línea entre títulos tan emblemáticos del cine de superhéroes como esa maravillosa Superman (Richard Donner, 1978), con la que comparte más de una similitud.
Pero el principal lastre de El hijo radica en dos elementos que, a día de hoy, deberían funcionar como un reloj si queremos asegurarnos el éxito. Por un lado, un guión sólido con escasas lagunas… la película de David Yarovesky cuenta con los «primos» Gunn (Brian y Mark), parientes del propio James, en el guión, y aunque la película avanza y toca bastantes lugares conocidos, si que adolece de algunas carencias que le restan puntos. Pistas que los personajes conocen… por que sí, un tratamiento escaso de éstos… no terminan de hacer que el público empatice con ellos.
El otro elemento radica en el ritmo, algo que pesa bastante en El hijo. A la película la cuesta ponerse en marcha. Únicamente en su última media hora, asistimos realmente a un ritmo más acorde con lo que nos tendríamos que encontrar.
Se nos intentó vendernos la película como una cinta de terror de superhéroes, cuando el elemento “terror” apenas está presente en una película que sí, tiene violencia explícita, pero apenas hay hueco para sobresaltos. El público ve lo que pasa, y muchas veces esto es más un defecto que una virtud, máxime cuando no tienes una historia demasiado elaborada.
Pero a pesar de eso, de tener una buena idea y de desaprovecharla (parece que no han sabido muy bien manejar la historia), El hijo se deja ver. Es una cinta que habla además de varias cosas, no se queda meramente en un poso de “blockbuster”. Al igual que la película de Donner, habla en parte sobre la idea de la familia, sobre la idea de formar parte de algo. Aunque aquí, esa idea está algo difuminada, el hecho de que beba sobre aquella película, ya nos lo está contando.
Una película en donde los actores están correctos, la historia está bien y a nivel técnico cumple (tampoco es que se la exija demasiado), es una buena forma de buscar alternativas al cine de superhéroes. Buena idea, pero quizá podría haber dado para mucho más, además se atisba un intento de desarrollar personajes, pero por alguna razón, no terminan de contarnos todo sobre ellos.