La moda de Hollywood de alargar de forma innecesaria, la resolución de algunas sagas, ha lastrado cierto hastío por muchos espectadores, que finalmente observan ingenuos la enorme tomadura de pelo a la que han sido sometidos, normalmente, durante un año (la diferencia de estrenos entre ambas partes). Ya pasó con la saga Crepúsculo, con la idolatrada saga de Harry Potter y ha vuelto a pasar con esta Los juegos del hambre: Sinsajo – Parte 2 (Francis Lawrence, 2015).
A sabiendas de esta maniobra de marketing, y aparte de lo innecesario de este “interruptus” en el desenlace, al menos y tras el descalabro de la primera parte, el vuelo del ave (del sinsajo) se consigue remontar con una cinta algo más entretenida que la anterior, pero que continúa adoleciendo de un guión y ritmos bastante problemáticos.
Por un lado volvemos a toparnos con pasajes apresurados, algunos incluso con necesidad de ser explicados pero que, directamente no aparecen, no llegan al espectador de ninguna forma. Ésto provoca cierto desconcierto, preguntas sin respuesta… en resumen, que al espectador, en ocasiones hay que explicarle las cosas y esta película se salta a la torera algunas.
Por otro lado el ritmo es tan irregular como la propia saga. Pasamos de secuencias con carácter (sobre todo los últimos minutos), a otras algo más aburridas que podrían haber dado mucho juego (aquellas de las alcantarillas, por poner un ejemplo). Lawrence no ha tenido en cuenta una trayectoria fallida de la saga y podría haber solucionado este asunto con algo más de brío.
Los juegos del hambre: Sinsajo – Parte 2 se sitúa por debajo de la segunda entrega de toda la saga, a nivel visual. Técnicamente poco se le puede reprochar a la película teniendo en cuenta sus exigencias.
La participación del mismo elenco que la anterior (incluidas las reconstrucciones informáticas de Philip Seymour Hoffman) tampoco supone ninguna novedad al respecto. Todos, incluso Jennifer Lawrence, están correctos en unos roles a los que no se les pide mucho más.
Y dada por finalizada esta saga sobre la lucha contra la opresión, contra la anarquía… ¿qué nos queda? ¿qué posos han dejado? Quizá la intención de Collins habría sido la de contar una compleja trama sobre una revolución, sobre el levantamiento de los oprimidos… en fin, nada nuevo.
Finalmente toda su novela seguramente quede mejor en papel, ya que las adaptaciones no han terminado de cuajar del todo como productos cinematográficos. El cine se ha encargado de edulcorar buena parte de su discurso, buena parte de su parte más dura. Hay que adaptarla a todos los públicos.
Esta segunda entrega del final, concluye (varias veces) correctamente, con algunos pasajes previsibles, pero correctamente. No hay tampoco demasiadas exigencias a una película que, repito, innecesaria y con cierta lentitud, da por zanjada una de las sagas de más éxitos de los últimos años.
Podríamos haber visto un enorme final épico, una batalla de grandes proporciones… pero en vez de eso, se nos regala una cinta correcta, sólo, con lastre en el guión y con poco ritmo.
Un final sombrío, tenue, sin demasiada pompa y circunstancia. Los juegos del hambre no será una saga olvidada, pero tampoco será recordada por sus logros. Esta última película podría haber puesto una bonita guinda al pastel. Otra oportunidad desaprovechada.